viernes, 31 de octubre de 2014

Hoy os traemos una entrada especial recopilando los relatos que nos ha inspirado esta imagen para nuestra sección durante este mes :

Una imagen. Un relato”.


Relato Mar: 

Mi refugio, mi lugar de reposo. Me gusta ir al invernadero, sentarme en la silla con un libro en la mano y aislarme del mundo durante unos instantes. En este invernadero las rosas perfuman el ambiente y las mariposas embellecen los arboles con mil y un colores. Hay veces que me gustaría ser como esas mariposas y morir silenciosa y discretamente. Porque... ¿has visto alguna vez el cadáver de una mariposa? Hay veces que pienso que las mariposas mueren y vuelven al aire. Se esfuman en la brisa de la mañana y desaparecen. Y continuaré sentándome en el invernadero esperando a que una mariposa me diga al oído como desvanecerme en el aire y desaparecer del mundo sin que nadie se dé cuenta.

Relato Nikky 

Estoy buscando un lugar original para transportar mis sueños. Solo debe cumplir unas sencillas pero especificas premisas: 
Debe invitar a sentarse, pero no de forma demasiado cómoda, ya que los sueños podrían correr el peligro de acomodarse y renunciar a crecer. Debe tener una estructura ligera, para que se les pueda llevar con facilidad donde la imaginación sea capaz de transportarnos. Debe tener un aspecto especial, puesto que ya sabemos que los sueños tienden a inspirarse entre elementos con personalidad propia. Debe tener puntos firmes pero también huecos y espacios por los que los sueños paseen y se desperecen a su antojo. Debe tener un aura de silencio y paz, puesto que los sueños necesitan concentración para crecer claros y fuertes. Debe ser una estructura lo suficientemente grande como para que no se sientan asfixiados pero lo suficientemente familiar como para que se sientan en casa. Y lo más importante: debe incluir cuatro puntos de apoyo para que la constancia, la creatividad, la paciencia y la fortaleza se sientan como en casa y no nos abandonen nunca. ¡Mirad esto! Es exactamente lo que estaba buscando, es sencillamente perfecto. ¿Y vosotros? ¿Cómo transportaríais vuestros sueños?”. 

Relato Jaume: 

“Ella sabía todo lo que había sucedido años atrás, lo que sucedió hace poco, estaba a poco de saber lo que sucedía en el momento, y sospechaba lo que sucedería en el futuro. Ella, que no era la más vieja, sí era la mejor colocada. Frente a una ventana, que ya inconscientemente llamaba "su ventana", con unos chirriantes porticones de madera con dolor en los huesos tras mucho tiempo con poco movimiento. Sus huesos, por suerte, no sufrían de dolor; sufrían de frío y calor, de suciedad y de cargar peso, pero restaban impasibles ante la vejez, son las pequeñas ventajas de ser de metal. Tiempo atrás gozó de la compañía de un cojín encima de ella, siempre gozaron de una relación cordial pero por suerte ya no estaba. Era un cojín muy quejica: "que si mira como me he manchado..., que si tendrían que darme ya la vuelta que mira que chafado estoy...". Estaba segura de que, de haber sido humana, le provocaría lo que ellos llaman dolor de cabeza. El ruido que nada le molestaba era el de los cotilleos, le encantaban, eran su pasión. Por eso estaba junto a la ventana que siempre estaba abierta. Siempre se acercaba alguien con algo que comentar desinteresadamente, o con un secreto que intercambiar con otro, o algún chiquillo de fácil y dulce soborno para mandar a echar un vistazo a algún lugar. Para su pena, el número de rumores que por allí pasaban había disminuido últimamente. Seguía enterándose de novedades, ya que su ventana, tras muchos lustros de rumores, era ya un punto de encuentro en el pueblo para los que compartían tal afición. No le era triste en sí que mermarán los comentarios sino que ya no tenía su inestimable compañera. Ella era una débil humana y, al contrario que con las sillas, parece ser que a las personas se les cobra la vida al final, al abandonar, y no al principio cuando salen de la tienda. Las confidencias no eran lo mismo sin ella. Tal vez fuera porque lo que más le gustaba era que estos le habían proporcionado una amiga de verdad, alguien con quién compartir, con quién convivir. Y con su muerte ella había dejado de ser útil, un día, sin previo aviso la levantaron y llevaron a alguna parte. No le importaba, ya todo carecía de valor e interés. No sabía qué harían con ella, pero al pasar enfrente de la ventana, desde el lado de la calle, apreció una perspectiva que le sorprendió, por nada especial, simplemente ese tipo de sorpresa que nos llevamos a veces cuando vemos algo que hemos visto millones de veces pero desde un punto de vista diferente. Se fijó en un detalle, y es que había cuatro pequeños puntos en el suelo del tamaño exacto de sus patas y con la longitud justa entre ellos. Eso le tranquilizó, y mucho. Le tranquilizó porque se dio cuenta que ella había dejado marca en ese lugar, lo que haría que, de una forma u otra, estuviera siempre allí. Del mismo modo, una podría irse pero siempre estarían juntas; una marcada por la otra”.

¿Y a vosotros?
¿Qué relato os inspira?


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