jueves, 25 de julio de 2013


Caperucita en Manhattan
Autor: Carmen Martín Gaite 
Editorial: Siruela 
ISBN: 978-84-7844-201-0 
Núm. pgs: 202 




Nivel Dificultad: Baja 


Sinopsis: 

Sara Allen es una niña de diez años que vive en Brooklyn, Nueva York. Su mayor deseo es ir sola a Manhattan para llevar a su abuela un tarta de fresa. La abuela de esta moderna Caperucita ha sido cantante de music-hall y se ha casado varias veces. El lobo es míster Woolf, un pastelero multimillonario que vive cerca de Central Park en un rascacielos con forma de tarta. Pero el hilo mágico de este relato se centra en miss Lunatic, una mendiga sin edad que vive de día oculta en la estatua de la Libertad y que sale de noche para mediar en las desgracias humanas o, si es necesario, llegar a regalar un elixir capaz de vencer al miedo. 

Comentario:

 “A quien dices tu secreto, das tu libertad” 
(Tragicomedia de Calisto y Melibea)

 Hacía tiempo que quería leerlo, pero con otros ojos, con otro punto de vista. El de alguien que lee sin obligación, en soledad, relajadamente y de manera totalmente libre. 

¿Estamos ante el cuento de Caperucita? Estamos ante la esencia de Caperucita. Debemos crecer, debemos reflexionar, debemos madurar. Nos exigen disciplina, rigor y prudencia. Y todo ello de manera pausada, sin estridencias, sin perder los estribos ni rozar la locura. ¿Qué nos queda de este modo? Nada. 

La libertad no consiste en tomar decisiones simplemente, sino que consiste en, una vez conocemos y asumimos las consecuencias de cada decisión, aún así y sólo entonces, aprobamos adoptar esa decisión, en cada caso y a cada momento. La libertad es la capacidad de escoger por uno mismo, tomando la decisión en soledad. Nos pueden ayudar a perder el miedo y darnos alas, pero la decisión será siempre nuestra. 

Caperucita no es un cuento de niñas y lobos, sino la metáfora del momento de la vida de cada uno en que decidimos dar ese paso, el de tomar y asumir nuestros propios compromisos. Algunos crecerán con 10 años, otros con veinte y otros… no crecerán nunca. 

Me quedo con una escena, una de las mejores escenas musicales que ha dado el cine, la de Gilda citada en este libro. La historia de una mujer que quiso ser libre.


Caperucita, lo somos todos, en algún momento de nuestra vida.




 

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