viernes, 26 de julio de 2013

Título: El diario de Ana Frank
Autor: Ana Frank 
Editorial: Plaza & Janes 
ISBN: 978-84-01-39078-4 
Núm. pgs: 368 


NIVEL DE DIFICULTAD: Alto 

SINOPSIS: 

Tras la invasión de Holanda, los Frank, comerciantes judíos alemanes emigrados a Amsterdam en 1933, se ocultaron de la Gestapo en una buhardilla anexa al edificio donde el padre de Ana tenía sus oficinas. Eran ocho personas y permanecieron recluidas desde junio de 1942 hasta agosto de 1944, fecha en que fueron detenidos y enviados a campos de concentración. En ese lugar y en las más precarias condiciones, Ana, a la sazón una niña de trece años, escribió su estremecedor Diario: un testimonio único en su género sobre el horror y la barbarie nazi, y sobre los sentimientos y experiencias de la propia Ana y sus acompañantes. Ana murió en el campo de Bergen-Belsen en marzo de 1945. Su Diario nunca morirá.


COMENTARIO:

Cuando descubras la esencia de la vida, no la dejes escapar. Exprímela.

Laia Cartañá nos ha propuesto este título con el siguiente comentario: “Acabo de leer un libro para el colegio, pero que me ha gustado mucho, más que por el contenido, por los sentimientos que te provoca. A mí me ha hecho fijarme en cosas que no sabía; aunque puede ser un libro que aburra a quien no le guste la Historia… Se trata de El diario de Ana Frank. Es un libro para reflexionar, para entender cosas que han pasado en el mundo, hechos que quizás no son cercanos a nosotros, pero que de un modo u otro nos afectan. Yo nunca he sabido mucho de historia y siempre me ha costado entender las cosas que no me puedo imaginar, el tema del que trata el libro es uno de ellos; pero después de haberlo hecho, entiendo al menos un poco mejor qué fue lo que ocurrió en la época de Hitler. Es un libro que puede aburrir a aquellos a los que no les guste la Historia, ya que trata mucho sobre anécdotas personales, en un espacio quieto, siempre el mismo, pero puedes extraer muchos valores. Lo recomiendo a todo el que quiera aprender cosas nuevas, pero también a aquellos que sepan aceptar cómo es el mundo real, porque es una historia dura de aceptar.” 

Laia no lo pudo describir mejor y le agradezco enormemente que haya incorporado este título y recomendado para nuestro catálogo. Igual que agradezco a Jaume Martín que nos recomendara El niño con el pijama de rayas. 

En el caso de Ana Frank, confieso que es uno de mis libros de referencia. Lo leí cuando era muy joven y, desde entonces, no he dejado de leerlo y de pensar en ella. Yo tampoco fui muy buena en historia, pues me faltaba la capacidad para memorizar fechas y nombres; pero nunca olvidaré lo que significa el horror de una guerra y lo que supuso el holocausto. Miedo, angustia, terror y pánico de unos e incertidumbre de otros, prepotencia y orgullo quizás en algunos casos más. El conjunto resulta en un desastre que nunca deberíamos olvidar. 

¿Qué tiene de especial el diario de Ana Frank?

 Precisamente su forma, la de un diario. El diario de una niña, recién estrenada la juventud que nunca pudo madurar. No se lo permitieron. Murió antes de vivir. No pudo ser niña, ni joven, ni adulta. Sólo fue un pajarillo asustado que no supo que escribía un tesoro. El testimonio auténtico de alguien que vivió un verdadero episodio de terror.

 ¿Cuál es el peor pánico para un joven que despierta a la vida, a los sentimientos, a las sensaciones y a la inquietud creativa? Privarle de la experimentación, quitarle la libertad y negarle la propia vida. Una niña de trece años como Ana que se ve confinada a un refugio de escasos metros cuadrados y que nunca se puede desahogar, porque un grito puede significar la muerte. Ana grita en silencio, escribiendo en su diario, su joya más preciada y su amiga inseparable. Su querida Kitty. Qué más tiene, algunos libros releídos mil veces, su familia y un amigo, un único amigo varón. Igual que en una novela de ficción en la que se hubiera extinguido la raza humana y esas dos familias fueran los únicos supervivientes. Un monstruo terrible vive afuera y no podemos salir a explorar, pues nos torturará y nos matará. ¿Recordáis La piel fría? ENLACE Esa angustia, ese desasosiego, esa sensación a veces de tedio o aburrimiento, esa incertidumbre. ¿Recordáis? Pues lo que vivió Ana Frank no fue ciencia ficción, ocurrió de verdad, hace ¿cuánto? 60 años no más. No es mucho si contamos cuántos años hace que existe la humanidad. Las barbáries se repiten e incluso subsisten hoy en día. ¿Debemos esconderlo o disfrazarlo a los jóvenes? No. Sólo debemos explicarlo tal como si fueramos ellos, jóvenes. Tal y como lo explicó ella, Ana Frank. Una niña en la que su mundo se reduce a cuatro paredes y dos familias. Eso es morir en vida. ¿Qué es lo que más valoras cuando tu vida se acaba? 

Permitid que me extienda con una cita de valor incalculable: 

“ ¿Será que el no haber podido salir al aire libre ha hecho que creciera mi afición por todo lo que tiene que ver con la Naturaleza? Recuerdo perfectamente que un límpido cielo azul, el canto de los pájaros, el brillo de la luna o el florecimiento de las flores, antes no lograban captar por mucho tiempo mi atención. Aquí todo eso ha cambiado: para Pentecostés por ejemplo, cuando hizo tanto calor, hice el mayor de los esfuerzos para no dormirme por la noche, y a las once y media quise observar bien la luna por una vez a solas, a través de la ventana abierta. Lamentablemente mi sacrificio fue en vano, ya que la luna daba mucha luz y no podía arriesgarme a abrir la ventana. En otra ocasión, hace unos cuantos meses, fui una noche arriba por casualidad, estando la ventana abierta. No bajé hasta que no terminó la hora de airear. La noche oscura y lluviosa, la tormenta, las nubes que pasaban apresuradas, me cautivaron; después de año y medio, era la primera vez que veía a la noche cara a cara. Después de ese momento, mis deseos de volver a ver la noche superaron mi miedo a los ladrones, a la casa a oscuras y llena de ratas y a los robos. Bajé completamente sola a mirar hacia fuera por la ventana del despacho de papá y la de la cocina. A mucha gente le gusta la Naturaleza, muchos duermen alguna que otra vez a la intemperie, muchos de los que están en cárceles y hospitales no ven el día en que puedan volver a disfrutar libremente de la naturaleza, pero son pocos los que, como nosotros, están tan separados y aislados de la cosa que desean, y que es igual para ricos que para pobres. No es ninguna fantasía cuando digo que ver el cielo, las nubes, la luna y las estrellas me da paciencia y me tranquiliza. Es mucho mejor que la valeriana o el bromo: la Naturaleza me empequeñece y me prepara para recibir cualquier golpe con valentía. En alguna parte estará escrito que sólo pueda ver la Naturaleza, de vez en cuando y a modo de excepción, a través de unas ventanas llenas de polvo y con cortinas sucias delante, y hacerlo así no resulta nada agradable. ¡La Naturaleza es lo único que realmente no admite sucedáneos!” (Edición de Plaza & Janes, Ana Frank El diario de una adolescente. En la versión autorizada y ampliada por Otto H. Frank y Mirjam Pressler)

Cuenta una amiga de la infancia de Ana Frank que era una niña de mucho carácter y muy segura de si misma: “Tenía un carácter muy marcado y muy particular. Mostraba una seguridad que nunca había visto a nadie. Además de una gran imaginación. Ana podía hacer lo que quería. Hasta podía dislocarse el hombro y parecerle chistoso si todos los niños miraban y se echaban a reír. Ana tenía sentido del humor y sabía reírse de si misma. Sólo alguien con tal seguridad puede hacer algo así.” (Traducción libre de Los Libros de Bastian de Anne Frank, Die letzten sieben Monate Augenzeuginnen berichten, de Willy Lindwer. Fischer Taschenbuch.) 

Hitler, en cambio, fue un niño caprichoso con una infancia muy difícil, con constantes cambios de domicilio y ciudad, un padre que pegaba demasiado y la madre sobreprotectora en exceso. Tuvo pocos momentos felices, como la época que vivió a los 9 años en Linz, en su tercera escuela elemental, cuando jugaba en los bosques y campos próximos a sus hogares al juego de policías y ladrones. Su favorito era el juego de la guerra. “Adolf aludía más tarde a ‘esa época feliz’, en que ‘el trabajo escolar era ridículamente fácil y dejaba tanto tiempo libre que me veía más el sol que mi habitación’, en que ‘prados y bosques eran el campo de batalla en el que los constantes ‘antagonismos’ (el creciente conflicto con su padre) alcanzaban su punto álgido” (extracto de Hitler, de Ian Kershaw, de Ed. Península) …. 

Lo que hubiera dado Ana Frank por pisar esos bosques y oler esa hierba… paradojas de la vida.


Disculpad si me quedó demasiado largo. Ana Frank es mi pequeño gran personaje.

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